Para mantener nuestro bienestar, nuestra salud y nuestra juventud, es imprescindible un enfoque terapéutico y global del ser humano.
Hoy en día, las neurociencias demuestran que el tratamiento simultáneo de los 4 polos fundamentales puede resolver esta ecuación. Constituyen lo que llamamos la Pirámide del Bienestar.
Esta pirámide del bienestar se compone de 4 áreas principales: los factores estructurales, metabólicos, emocionales y energéticos que interactúan constantemente en nuestro cuerpo.
Estos son los factores que vamos a trabajar para ayudarle a alcanzar su máximo potencial en términos de bienestar.
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LOS 4 POLOS DE LA PIRÁMIDE
Factores fundamentales de nuestro organismo
EL FACTOR ESTRUCTURAL
Somos ante todo una estructura física que vive en muchas posiciones y está sometida a tensiones mecánicas. Todas las partes de nuestro cuerpo están vinculadas e interactúan entre sí.
A medida que envejecemos, acumulamos traumatismos corporales que alteran nuestro equilibrio postural. Nuestra postura determina nuestra estática y nuestra dinámica a través de los sistemas nervioso y muscular.
Como resultado, nuestra columna vertebral desarrollará «subluxaciones», o bloqueos articulares, que limitan nuestra amplitud de movimiento y causan dolor. Además, cuando realizamos un esfuerzo físico, ya sea en el trabajo, en la vida cotidiana, en el deporte o en las actividades de ocio, nuestra resistencia ya no será la misma y aumentará el riesgo de lesiones.
De ahí la importancia de analizar y tratar el polo estructural.
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EL FACTOR METABÓLICO
Nuestro cuerpo es también una industria química/metabólica que, a través de los órganos, las glándulas y los tres sistemas circulatorios, gestiona muchas funciones vitales.
Nuestro sistema digestivo, formado por el estómago, el intestino y el hígado, digiere, absorbe, filtra y elimina todo lo que se ingiere.
«El hombre sabio es el que va bien desde el intestino», dijo Buda.
Y para ir bien, el intestino en particular necesita ser libeŕ de sus impurezas.
Además, las hormonas del sistema endocrino equilibran diversas funciones como la termorregulación, el sistema reproductor y el sistema inmunitario para protegernos de las infecciones. Cualquier desorden en nuestra alimentación (cantidad, calidad, variedad, etc.) conducirá inevitablemente a trastornos metabólicos y bioquímicos con repercusiones en los demás polos.
Somos lo que comemos.
De ahí la importancia de tener en cuenta el polo metabólico.
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EL FACTOR EMOCIONAL
El tercer factor importante de la Pirámide del bienestar es el factor emocional, porque también somos seres de sentimientos. Desde que somos bebés, hemos estado sometidos a estímulos agradables y desagradables que nuestro cerebro ha almacenado en el cerebro límbico, pero no tenemos la capacidad de filtrar todos estos estímulos durante nuestra infancia de 0 a 7 años.
Las investigaciones actuales sobre epigenética indican que estas experiencias calan en el subconsciente y quedan grabadas en nuestro «disco duro», por lo que percibimos el mundo a través de este filtro y reaccionamos inconscientemente ante diversas situaciones en modo reflejo, sin controlarlo.
«No se puede curar la parte sin curar el todo. No debemos curar el cuerpo separadó de la mente, y para que la mente y el cuerpo recuperen la salud, debemos empezar por curar la mente» (Platón).
La vida moderna trae consigo toda una serie de limitaciones y tensiones que a veces comienzan muy temprano en la vida. A menudo, nuestro cuerpo se encuentra atrapado en una fase de estrés crónico, conocida como síndrome de adaptación al estrés (Dr. Hans Seley) que, si no se analiza y reequilibra adecuadamente, puede conducir al agotamiento, es decir, al burnout.
Por lo tanto, es fundamental centrarse en este factor.
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EL FACTOR ENERGÉTICO
Hoy en día, la neurociencia y la física cuántica nos demuestran que todos los seres vivos estamos hechos de energía.
Esta información se encuentra en las tradiciones griega, china, japonesa, tibetana y ayurvédica, así como en los trabajos de Einstein, Planck y Eisenberg, que demostraron que la materia es energía (E= mc2).
Según la visión cuántica del cuerpo, estamos hechos de luz «cristalizada» en materia.
Absorbemos luz a cada instante, igual que absorbemos aire, agua o alimentos.
Por lo tanto, es esencial eliminar los bloqueos para aumentar el flujo de luz en nuestro cuerpo, con el fin de nutrir nuestros chakras, que reciben, transforman y distribuyen la energía vital a nuestros meridianos, luego a nuestros tejidos y finalmente a nuestros órganos.
Esto lo saben desde hace miles de años los practicantes de yoga, Qi Gong y ciertas artes marciales.
